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foto: anfasep

¿Hasta cuándo nuestro silencio?

Una crónica en homenaje a ellas, las madres de ANFASEP.Por: Adrián Sarria Muñoz

Publicado: 2021-09-02

“¿Por qué se llevan a mi hijo?”, reclamó Angélica Mendoza de Ascarza. Era la madrugada del segundo día de julio del 83’, “¡cállate, vieja de mierda!” fue la única respuesta que dieron las fuerzas del orden, los responsables de la desaparición de su hijo. Arquímedes tenía 17 años, y nunca estuvo vinculado a un grupo subversivo, aunque por “terruco” lo juzgaron; era el último hijo de quién se convertiría en “mamá Angélica” para ANFASEP y todos los peruanos, en reconocimiento a su lucha incesante por encontrarlo. Lo buscó día y noche, iba a la comisaría, al cuartel, al Poder Judicial y a donde fuera necesario, estaba desesperada y no sabía qué hacer. A los 15 días, en la puerta del cuartel, le llegó una nota de su hijo: “Mamacita estoy aquí, me están deteniendo en vano, consigue plata y busca un abogado, para que me trasladen al juzgado”. Angélica guardó aquella nota escrita en papel de azúcar por el resto de su vida, aquel día sintió gran esperanza, creyó estar cerca de hallarlo.

Entre 1980 y 2000, Ayacucho vivió la peor época de su historia, el Conflicto Armado Interno impactó en la mencionada ciudad serrana como en ninguna otra: un aproximado de 70.000 personas murieron en todo el Perú a causa de la violencia, se sabe que al menos la mitad feneció en la región cuyo significado es, lamentable y coincidentemente, "rincón de muertos". Los ayacuchanos estaban entre la espada y la pared, para las FFAA eran terroristas y para SL eran "yana umas" o "soplones" de las FFAA. Buscaban mantener la imparcialidad en medio de la muerte, intentar mantenerse al margen era una lucha constante y necesaria para quienes querían sobrevivir en aquellos años sangrientos.

En ese mismo año (1983) Angélica Mendoza se organizó junto a otros familiares de víctimas y fundaron ANFASEP, en busca de sus desaparecidos, secuestrados y detenidos, pero también, en busca de justicia y paz. Precisamente un 2 de setiembre llegaron a la ciudad de Lima, con escazas monedas pero con gran esperanza, y pudieron entregar la primera denuncia a un senador ayacuchano, que les brindó apoyo en sus gestiones, por eso se recuerda este día como el de la fundación de la organización. Pero, las madres de ANFASEP también, y desde un inicio, hicieron labor social. A sus espacios llegaban niños huérfanos, víctimas inocentes del conflicto. Es así como el comedor "Adolfo Pérez Esquivel" funcionó y alimento a muchas víctimas durante 12 años, con obvias carencias pero con mucha solidaridad. Las fuerzas del orden las intimidaron y hostigaron tanto, que en 1992, la lideresa del movimiento, mamá Angélica, tuvo que partir a Lima para salvar su vida, la habían amenazado de diversas formas. De esta modo y con tantas trabas en el camino, ANFASEP se instituyó como organización ejemplo por su lucha imparable por los derechos humanos, la justicia y la memoria en el Perú.

madres de anfasep

En el último séptimo de la década de los 80’, la violencia llegó a un punto que en Ayacucho podían verse cuerpos regados por las calles, que se multiplicaban y hacían mayoría en los fuertes militares o en las casas clandestinas en las que decían interrogar sospechosos, pero en muchos casos masacraron inocentes. La “Casa Rosada” y el fuerte Los Cabitos, dos puntos claves en la época, fueron reconocidos por Ricardo Uceda el 2004, en su libro 'Muerte en el Pentagonito'. Gracias a esta publicación, las autoridades prestaron especial atención al caso, y comenzaron las exhumaciones en el 2005. Un buen número de peritos llegaron a “La Hoyada”, una zona adyacente al Cuartel “Los Cabitos”. Cavaron, durante días, varias cuadrículas sin encontrar nada; en una de las últimas jornadas, por la zona pasaba un comunero, estaba ebrio, al verlos exclamó “esos sonsos no saben, ¿acaso en ese sitio está?, está más allá, ahí no hay nada”. Dicho y hecho, los especialistas hicieron caso, y efectivamente encontraron restos humanos en la zona señalada, eran tantos que las exhumaciones duraron hasta el 2009, se hallaron por lo menos 109 restos humanos, según fuentes oficiales, así mismo, se encontraron escombros de lo que fuera un horno, los militares incineraban los cuerpos de los asesinados en Los Cabitos. Las madres de ANFASEP buscaron tiempo después al lugareño, que aquel día manifestó haber visto, siendo un niño, cómo enterraban los cuerpos mientras pastaba a sus ovejitas, querían agradecerle, más nunca lo encontraron. “Fue un ángel”, dicen al recordarlo. También reclaman, desde entonces, que se construya un Santuario de la Memoria en el lugar, en el que dejaron una cruz simbólica, y acuden en fechas festivas como los cumpleaños de sus desaparecidos, el día de Todos los Santos o el día de la madre. Aquella cruz sirve para ellas como un nicho en el que quisieran haberle dado cristiana sepultura a sus desaparecidos, un lugar de recuerdo, en el que tal vez, sus familiares pasaron los últimos instantes de sus existencias.

La lucha de ANFASEP, por estos años, no ha cesado. Si bien, ya no tienen tantas esperanzas de hallar a sus familiares desaparecidos, sienten que aún tienen mucho por dar, creen que es importante construir la memoria colectiva, para que las próximas generaciones sepan bien qué sucedió en el Perú en las últimas dos décadas del siglo XX. Aunque ya pintan canas, mantienen su espíritu juvenil. Comparten la esperanza, con los jóvenes, de ver un Perú mejor. Así lo manifestaron en las multitudinarias marchas de noviembre. Y fueron las primeras que, al enterarse de la injusta muerte de Inti Sotelo y Bryan Pintado, sufrieron y organizaron una vigilia, se comunicaron con las familias de los dos jóvenes asesinados por la policía. Quién mejor que ellas para entender el dolor de dos madres a las que arrebataron sus hijos sin justificación y de forma inesperada. Aunque en distintos tiempos, el dolor y la impotencia era la misma.

Mamá Angélica murió 34 años después de aquella noche trágica que cambió su vida, la recordamos como una incansable luchadora, sin embargo, nunca halló a su hijo Arquímedes, mucho menos logró justicia por el caso, nada de nada. Partió físicamente un 28 de agosto, día en el que se recuerda también la entrega del informe final de la CVR, allá por el 2003. A Mamá Angélica la enterraron el 2017, y cual semilla brotó en los corazones de quienes continúan sus luchas. Ella es el rostro del dolor de esa época, pero sin duda alguna, también del coraje y la valentía, cualidades necesarias hoy para construir un mejor Perú, más justo y con memoria. No olvidemos lo sucedido, la sangre y lágrimas derramadas no pueden ser en vano.

angélica mendoza de ascarza, "mamá angélica"

¡Felicidades a ANFASEP por su aniversario!

Agradecimiento especial a Adelina García, presidenta de ANFASEP, por la predisposición de siempre para ser entrevistada, y a mi profesor Jorge Eslava, por el empuje y la asesoría para la escritura de esta crónica.

Escrito en noviembre 2020.


Escrito por

Adrián Stéfano Sarria Muñoz

Ayacuchano, estudiante de Periodismo (ULima), ejerciendo en Estación Wari, emisora ayacuchana.


Publicado en

Sin patrón

Un blog de Adrián Sarria Muñoz.